El siglo XIX es uno de los más agitados de la historia española; la literatura no puede aislarse de los diversos movimientos políticos y sociales que se suceden uno tras otro. Sería difícil entender los diversos movimientos literarios de este siglo, si no tenemos en cuenta los acontecimientos políticos y sociales de la época.
Situación de España. | |
Acontecimientos político-sociales | Movimientos literarios |
- Al comenzar el siglo XIX, el emperador francés, Napoleón Bonaparte, invadió con su ejército nuestro país. Los españoles reaccionan y España se convierte en el escenario de una guerra, llamada guerra de la Independencia, que termina con la expulsión de los franceses. - Durante la guerra se reunieron las Cortes de Cádiz y elaboraron la Constitución de 1812, que concedía mayores derechos y libertades para el pueblo. Esto ocasionó duros enfrentamientos entre los partidarios de la reforma, llamados liberales, y los partidarios de que no se aplicara la Constitución, llamados absolutistas. A la cabeza de estos últimos se encontraba el propio rey,Fernando VII, que gobernaba con un poder totalmente absoluto. |
- A finales del siglo XVIII aparece una reacción contra el Neoclasicismo que se manifiestan en: · Expresión libre de los sentimientos del poeta. · Preferencia por los temas exóticos. · Libertad del autor frente a las rígidas normas que impone el Neoclasicismo. - El Prerromanticismo español, es representado por autores que, aunque primero pertenecieron al Neoclasicismo, al final de su vida inician una tendencia hacia este movimiento. Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista son nombres importantes. |
- Después de la muerte de Fernando VII, los liberales se ponen de parte de su hija Isabel, enfrentándose a los que querían como rey a Carlos, hermano de Fernando VII. Éste era partidario del absolutismo. Los enfrentamientos entre estos dos nuevos sectores se llamaron guerras carlistas. En este tiempo son los liberales los que tienen el poder e intentan llevar a cabo grandes reformas en el país. La más importante es la reforma agraria y el saneamiento de la economía. |
- El triunfo del Romanticismo en España tiene lugar con el estreno de la obra teatral del Duque de Rivas, La conjuración de Venecia en 1834, y Don Álvaro o La fuerza del sino en 1835. Su apogeo fue muy corto entre 1835 y 1840. - El Romanticismo se puede definir como un movimiento contra el Neoclasicismo, que da preferencia a los sentimientos. |
- España se encuentra estancada a causa de las guerras carlistas y el progreso es nulo. Existe un descontento general entre los ciudadanos. El enfrentamiento constante entre los liberales y los conservadores crea inestabilidad política. En septiembre de 1868 se desencadena una revolución que pone fin al reinado de Isabel II. - Durante esta época se producen grandes tensiones: la clase obrera convoca grandes huelgas. España ofrece un espectáculo deplorable a causa de los continuos enfrentamientos. - La proclamación de Amadeo de Saboya como nuevo rey fracasa muy pronto al abandonar éste el país en 1873. Tampoco funciona la proclamación de la Primera República para calmar los enfrentamientos. La situación no cambió hasta 1874, en que se nombra al hijo de Isabel II, Alfonso XII, como rey de España; período conocido con el nombre de Restauración. |
- Frente al alejamiento de la realidad y subjetivismo romántico, surgen el Realismo y el Naturalismo. · El Realismo se caracteriza por la rigurosa observación de la vida cotidiana. · El Naturalismo es un movimiento derivado del anterior que pretende explicar científicamente el comportamiento del hombre. |
- Se cierra el siglo con un nuevo desastre. En 1898 se sublevan las colonias españolas de Cuba y Filipinas. Tras una penosa guerra, España pierde sus últimas posesiones en América. |
- Son dos movimientos que reaccionan contra el Realismo y el Naturalismo. El primero se preocupa ante todo por el arte. El segundo pretende analizar las causas de la decadencia española y proponer soluciones a sus problemas. |
El movimiento romántico
Este movimiento literario, que transcurre en la primera mitad del siglo XIX, se originó en Alemania e Inglaterra.
Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, los liberales que estaban exiliados regresaron con las ideas románticas que triunfarían en España.
Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, los liberales que estaban exiliados regresaron con las ideas románticas que triunfarían en España.
Contra el racionalismo francés del siglo anterior, que sometía al arte a reglas rígidas, el escritor romántico reacciona, expresando sus sentimientos.
Las características más importantes son:
- Rebelión del individuo contra cualquier norma que la impida expresar sus propios sentimiento.
- Absoluta libertad en política, moral y arte.
- Mantienen una actitud idealista que no corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
- Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la desesperación y el desengaño.
- Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
Técnicas literarias
Los románticos toman como modelos los más apartados de los clásicos: la literatura medieval, el Romancero, la Biblia, el pasado histórico...
- La poesía
Se revaloriza el romance, surgen nuevas estrofas y los poetas combinan a su gusto versos y estrofas.
- El teatro
Se mezcla la prosa con el verso, lo trágico con lo cómico y desaparece de la obra de teatro todo afán didáctico o moralizador. Sólo se pretende conmover al espectador, provocándole entusiasmo, terror, espanto, tristeza...
Temática del Romanticismo
El autor romántico, al hacer prevalecer los sentimientos sobre la razón, manifiesta libremente sus emociones más íntimas, dando prioridad a la melancolía y a la desesperación. La lírica será su género preferido.
- La naturaleza
El romántico considera el paisaje como un elemento muy importante en su obra. Prefiere una naturaleza que conecte con sus sentimientos tumultuosos; por eso buscan paisajes agrestes, noches tormentosas, mar tempestuoso, ambientes nocturnos y sepulcrales, ruinas de castillos medievales... La naturaleza participa de los propios sentimientos del poeta y se convierte en una compañera con la que se comunica.
Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán, que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrando en el cielo torbellino, ¡llevadme con vosotras! Nubes de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las desprendidas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras! Llevadme, por piedad, adonde el vértigo con la razón me arranque la memoria... ¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas! Gustavo A. Bécquer |
- Lo lejano y lo exótico
La poderosa imaginación del romántico choca con la realidad circundante. Como consecuencia de este choque, el poeta busca evasión en lo lejano. La Edad Media será fuente de inspiración para el arte y la literatura: renacen las leyendas medievales, los cuentos de hadas... Lo exótico se manifiesta en la atracción que sienten los románticos por la España musulmana y por la mitología nórdica, que sustituye a la mitología grecolatina.
- Resurgimiento de lo popular
La vuelta a una época lejana supone el resurgimiento de la cultura medieval. El Romancero y las leyendas épicas son fuente de inspiración para la poesía y el teatro.
- El amor
Se idealiza el amor hasta el punto de considerar a la mujer como un ser que lleva a Dios. El amor es considerado como un principio divino.
A la par que esa mujer angelical, los románticos también ven a la mujer como un principio de perdición, como una fatalidad que destruye al hombre.
A la par que esa mujer angelical, los románticos también ven a la mujer como un principio de perdición, como una fatalidad que destruye al hombre.
Canto a Teresa (José de Espronceda) | ||
¡Ay!, aquella mujer, tan sólo aquélla, tanto delirio a realizar alcanza, y esa mujer tan cándida y tan bella, es mentida ilusión de la esperanza es el alma que vívida destella su luz al mundo cuando en él se lanza, y el mundo con su magia y galanura es espejo no más de su hermosura. | Es el amor que al mismo amor adora, el que creó las sílfides y ondinas, la sacra ninfa que bordando mora debajo de las aguas cristalinas; es el amor que recordando llora las arboledas del Edén divinas, amor de allí arrancado, allí nacido, que busca en vano aquí su bien perdido. | ¡Oh llama santa! ¡Celestial anhelo! ¡Sentimiento purísimo! ¡Memoria acaso triste de un perdido cielo, quizá esperanza de futura gloria! ¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo! ¡Oh mujer, que en imagen ilusoria, tan pura, tan feliz, tan placentera, brindó el amor a mi ilusión primera! |
- La libertad
La exaltación de la libertad del hombre frente a cualquier ley humana es un tema frecuente. El romántico siente una fuerte admiración por todos aquellos seres que están fuera de la ley (piratas, bandoleros, vagabundos), a los que considera como verdaderos símbolos de la libertad.
El teatro en el Romanticismo
El Romanticismo, con su imaginación, logra despertar el interés por el teatro al estrenarse en 1835 Don Álvaro, del Duque de Rivas. El mayor éxito del teatro romántico lo alcanzó la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, en 1844.
Características
- · Desaparecen las rígidas normas neoclásicas. Los escenarios son muy variados y el tiempo se acorta o se alarga a gusto del autor.
- · Temas. Preferencia por los temas legendarios, caballerescos o de la historia nacional.
- · Técnicas. Aumenta el número de actores y se mezcla la prosa y el verso.
Autores
· El Duque de Rivas:
Ángel García de Saavedra nació en Córdoba en 1791 y murió en Madrid en 1865. Fue una figura importante en la política y la literatura de su tiempo. Estuvo exiliado en Inglaterra durante el reinado de Fernando VII. Al regresar a España ocupó varios cargos políticos y fue director de la Real Academia de la Lengua.
Ángel García de Saavedra nació en Córdoba en 1791 y murió en Madrid en 1865. Fue una figura importante en la política y la literatura de su tiempo. Estuvo exiliado en Inglaterra durante el reinado de Fernando VII. Al regresar a España ocupó varios cargos políticos y fue director de la Real Academia de la Lengua.
Escribió la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, primer drama romántico que triunfó en España. En 1841 publicó sus Romances históricos, en los que recrea una serie de leyendas y personajes de nuestro pasado histórico. Utiliza un lenguaje sobrio y seguro con el que consigue descripciones exactas de personajes, atuendos y ambientes.
· José Zorrilla:
Nació en Valladolid en 1817 y murió en Madrid en 1893. Durante los años pasados en el colegio se dedicó a leer a los grandes escritores románticos europeos. Al mismo tiempo intervenía en las representaciones teatrales del centro. A los doce años comenzó a escribir versos. A los veinte años leyó unos versos en el entierro de Larra, con lo que se dio a conocer como poeta ante un público formado por los mejores escritores del momento. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua y reconocido oficialmente como un gran poeta.
Zorrilla utiliza temas de la historia nacional. Sus obras teatrales presentan los rasgos propios del drama romántico y nadie como él es capaz de construir la obra teatral ni interesar tanto al público. Zorrilla escribe exclusivamente en verso. Su versificación es sonora, brillante, ágil e impactante.
Escribió la obra mas representativa del teatro romántico y la más representada en los teatros: Don Juan Tenorio; famoso aventurero y conquistador de mujeres.
La prosa en el Romanticismo
La prosa durante el Romanticismo se centró sobre todo en la novela y en los artículos periodísticos.
La novela histórica trata temas legendarios medievales que son reconstruidos con la mayor veracidad posible.
Los románticos, para hacer triunfar sus ideas, solían reunirse en algún café donde intercambiaban sus opiniones. El medio más eficaz para difundirlas en aquella época era el periódico. Se esforzaron en fundar revistas y periódicos en los que exponían sus ideas y combatían a los neoclásicos.
- Autores
Nació en Villafranca del Bierzo (León) en 1815. Estudió en Ponferrada, Astorga y Derecho en la Universidad de Valladolid. En 1836 se instaló en Madrid donde conoció y entabló amistad con Espronceda y otros escritores románticos. Publicó sus escritos en varios periódicos madrileños. A partir de 1844 trabajó como diplomático en Alemania. Murió en Berlín en 1846 de tuberculosis.
Escribió poemas llenos de melancolía pero es más conocido como el autor de la novela histórica más importante del Romanticismo: El señor de Bembibre.
En esta novela, Enrique Gil y Carrasco recrea en forma novelada un episodio de la historia: la caída de la poderosa Orden Caballeresca de los Templarios. Los caballeros del Temple habían tenido varias posesiones en la comarca del Bierzo. En la obra se mezcla una patética historia de amor con la narración de los difíciles años del final de la Orden y con la descripción del bello paisaje del Norte de León.
Mariano José de Larra
Nació en Madrid en 1809. Su padre era un médico de ideas afrancesadas que había trabajado en la corte de José Bonaparte. Al regreso de Fernando VII toda la familia se exilió a Francia. Mariano José paso toda su infancia y adolescencia en Burdeos, donde recibió una sólida formación intelectual, liberal y progresista. En 1818 regresó a España y estudió en Madrid y Valladolid. A los 19 años comenzó a escribir artículos en los periódicos. Llegó a ser el periodista más cotizado y temido de su tiempo, a pesar de su juventud. Se casó a los 20 años, pero su matrimonio fue un fracaso y pronto se separó de su mujer.
Fue un hombre culto y refinado, de temperamento apasionado, que tenía que chocar con el ambiente mezquino de la sociedad en la que vivía. Los desengaños personales unidos a los problemas políticos y sociales de la patria para los que no veía solución, acentuaron su pesimismo innato y su desesperación. Por todo ello se suicidó a los 28 años pegándose un tiro en la sien ante un espejo.
Escribió algunos poemas, una novela histórica y una tragedia romántica; pero debe su fama a los artículos que publicó en los periódicos de su época: Vuelva usted mañana, en el que satiriza la pereza y la burocracia española; Casarse pronto y mal, en el que critica la vida familiar siendo un reflejo de su triste experiencia matrimonial; El día de difuntos de 1836, donde ataca diversos aspectos de la política nacional.
La poesía en el Romanticismo
- Características:
- Evasión de la realidad, refugiándose en un mundo de ensueño y fantasía. Búsqueda de paisajes exóticos y lejanos, situando las obras en épocas lejanas, Edad Media preferentemente.
- Libre manifestación de sus sentimientos íntimos, especialmente la melancolía, tristeza, desesperación, soledad y amor perdido.
- Intención de conmover al lector y provocarle sentimientos de dolor, tristeza y pesimismo.
- Se utiliza de nuevo el romance y nuevas combinaciones métricas.
- Poetas románticos
José de Espronceda
Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. Estudió en Madrid y era de temperamento impulsivo. Siendo muy joven aún perteneció a una sociedad secreta llamada los Numantinos, que intentaba derrocar el régimen de Fernando VII. Descubierto, fue encerrado en un convento y más tarde huyó a Portugal. En este país se enamoró de Teresa Mancha a la que siguió hasta Londres. Atraído por la política, participó en la revolución francesa de 1830. Mientras tanto Teresa se había casado y, al enterarse Espronceda, la raptó y regresó con ella a España, donde llegó a ser diputado. Teresa se separó de él, aunque consiguió atraerla de nuevo. Poco más tarde volvió a dejarlo y murió en 1839. Cuando el poeta comenzaba a calmar sus ardores juveniles y empezaba a ordenar su vida iniciando una brillante carrera literaria, política y diplomática, y a punto de casarse, murió a los treinta y cuatro años de edad, en 1842.
Escribió teatro (Blanca de Borbón) y novela (Sancho Saldaña); pero destacó más en poesía, escribiendo:
- El diablo mundo. El protagonista, Adán, es un personaje fantástico que, al enfrentarse con la realidad, va sufriendo grandes desengaños.
- El estudiante de Salamanca. Es una obra que tiene dos mil versos. El protagonista, don Félix Montemar, abandona a su amada Elvira y ésta muere de pena. Una noche Elvira se le aparece y don Félix, en una visión, contempla su propio entierro.
La canción del pirata. Poema muy conocido, lleno de brío en el que canta la libertad individual. El ritmo de sus versos es rápido y alegre, y podría sugerir el movimiento del barco sobre el mar.
Gustavo Adolfo Bécquer
- El estudiante de Salamanca. Es una obra que tiene dos mil versos. El protagonista, don Félix Montemar, abandona a su amada Elvira y ésta muere de pena. Una noche Elvira se le aparece y don Félix, en una visión, contempla su propio entierro.
La canción del pirata. Poema muy conocido, lleno de brío en el que canta la libertad individual. El ritmo de sus versos es rápido y alegre, y podría sugerir el movimiento del barco sobre el mar.
Gustavo Adolfo Bécquer
Nació en Sevilla en 1836 y quedó huérfano muy pronto. Era sensible, introvertido y soñador, de salud poco fuerte y preocupado siempre por sus problemas económicos. A los 18 años se trasladó a Madrid donde vivió de sus colaboraciones con periódicos y revistas. Llegó a tener un importante cargo en la Administración, pero la tuberculosis hizo que se fuera a reponer al castillo de Veruela. Su matrimonio fue un fracaso, y sus méritos como poeta sólo fueron reconocidos durante su vida por un pequeño grupo de amigos, que reunieron sus poemas y los publicaron a raíz de su muerte. La tuberculosis venció a su vida en el año 1870.
Con el Modernismo llega el reconocimiento de su gran valor, que va aumentando cada día hasta ser considerado como el verdadero precursor de la poesía moderna.
A través de un lenguaje natural, simple, fluido, Bécquer nos comunica su intimidad: sus anhelos, sus ensueños, su melancolía, su alegría, su insatisfacción. Sus poemas son muy breves y su rima, por lo general, asonante. Su poesía en apariencia sencilla y humilde es el resultado de un gran esfuerzo de concentración constante, de eliminación de todo lo innecesario, hasta llegar a la palabra justa y sincera que expresa un mundo poético rico y profundo.
· Obra poética
Está recogida en un libro titulado Rimas. Un conjunto de poemas breves, de métrica variada con rima asonante casi siempre. Los temas son variados:
El amor, la mujer y la poesía. | Exaltación del amor y la belleza femenina. | Desengaño, desilusión y dolor. |
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú. | Cuando sobre el pecho inclinas la melancólica frente, una azucena tronchada me pareces. Porque al darte la pureza de que es símbolo celeste, como a ella te hizo Dios de oro y nieve. | Al brillar de un relámpago nacemos, y aún dura su fulgor cuando morimos, ¡tan corto es el vivir! La gloria y el amor tras que corremos, sombras de un sueño son que perseguimos. ¡Despertar es morir! |
· Obra en prosa
- Las leyendas. Son relatos en los que se mezcla lo exótico, lo misterioso y el ensueño. Son famosas las leyendas: Maese Pérez el organista, El Rayo de Luna, El Miserere, El beso, etc.
- Cartas desde mi celda. Las escribió en la época que estuvo en Veruela (Zaragoza) reponiéndose de su enfermedad; en ellas nos cuenta sus impresiones, mezcladas con leyendas.
- Cartas desde mi celda. Las escribió en la época que estuvo en Veruela (Zaragoza) reponiéndose de su enfermedad; en ellas nos cuenta sus impresiones, mezcladas con leyendas.
El rayo de Luna (Gustavo Adolfo Bécquer) |
A continuación ves un fragmento de la leyenda cuyo argumento es muy simple: Un joven llamado Manrique cree ver, en una noche de luna, algo blanco que se agita entre los árboles. Su imaginación construye una bella fantasía y cree haber visto el borde de un vestido blanco de mujer. Durante varias noches persigue a la bella e imaginada desconocida. Al final descubre que la cosa "blanca, ligera, flotante" era... |
Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del río. En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un gemido, agitando las altas hierbas. En los huertos y en los jardines, cuyos senderos no hollaban hacía muchos años las plantas de los religiosos, la vegetación, abandonada de sí misma, desplegaba todas sus galas, sin temor de que la mano del hombre la mutilase, creyendo embellecerla. Las plantas trepadoras subían encaramándose por los añosos troncos de los árboles; y las sombrías calles de álamos, cuyas copas se tocaban y se confundían entre sí, se había cubierto de césped; los cardos silvestres y las ortigas brotaban en medio de los enarenados caminos, y en los trozos de fábrica próximos a desplomarse, el jaramago, flotando al viento como el penacho de una cimera, y las campanillas blancas y azules, balanceándose como en un columpio sobre sus largos y flexibles tallos, pregonaban la victoria de la destrucción y la ruina. Era de noche; una noche de verano, templada, llena de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna blanca y serena en mitad de un cielo azul, luminoso y transparente. Manrique, presa su imaginación de un vértigo de poesía, después de atravesar el puente, desde donde contempló un momento la negra silueta de la ciudad que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se internó en las desiertas ruinas de los Templarios. La medianoche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero, Manrique exhaló un grito, un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo. En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines. -¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio!... ¡A estas horas! Ésa, ésa es la mujer que yo busco -exclamó Manrique-, y se lanzó en su seguimiento, rápido como una saeta. |
Rosalía de Castro
Nació en Santiago de Compostela en 1837. Pasó su infancia en una casa de campo de Iria Flavia, término municipal de Padrón, con una familia de campesinos, pues era hija ilegítima de una dama de Santiago. Éste hecho, descubierto a través de rumores y comentarios confusos, hizo infeliz su infancia y volvió su temperamento triste, amargo y melancólico para siempre. En 1885 murió de cáncer y fue enterrada en Iria Flavia y posteriormente trasladados sus restos a una iglesia de Santiago de Compostela.
Escribió algunas novelas y dos primeros libros de poesía; pero si figura como una de las mejores poetisas de nuestra literatura es por tres libros de versos, dos escritos en gallego: Cantares gallegos y Follas novas (Hojas nuevas); y uno en castellano: En las orillas del Sar.
En "Cantares gallegos" y "Follas novas", escritos fuera de Galicia a raíz de su matrimonio, expresa la nostalgia por su tierra. Su libro de poemas "En las orillas del Sar", es un libro atormentado en el que expresa sus ideas sobre el amor, el dolor, la injusticia y la muerte.
A la Felicidad | Hojas nuevas |
Yo no sé lo que busco eternamente en la tierra, en el aire y en el cielo; yo no sé lo que busco; pero es algo que perdí no sé cuándo y que no encuentro, aun cuando sueñe que invisible habita en todo cuanto toco y cuanto veo. Felicidad, no he de volver a hallarte en la tierra, en el aire, ni en el cielo, ¡aun cuando sé que existes y no eres vano sueño! | Una vez tuve un clavo clavado en el corazón, y yo no me acuerdo si era aquel clavo de oro, de hierro o de amor. Sólo sé que me produjo un mal tan hondo, que tanto me atormentó, que día y noche sin cesar lloraba como lloró Magdalena en la Pasión. "Señor que todo lo puedes -le pedí una vez a Dios- dame valor para arrancar de un golpe clavo de tal condición." Y diómelo Dios y lo arranqué, pero... ¿quién lo imaginara?... Después ya no sentí más tormentos ni supe lo que era dolor; supe tan sólo que no sé qué me faltaba en donde el clavo faltó, y me parece... me parece que tuve añoranza de aquella pena... ¡Buen Dios! Este barro mortal que envuelve el espíritu, ¿quién lo entenderá, ¿Señor? |
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